
En esa columna me limitaba a describir la ciudad de Montería, mostrando la omnipresencia del paramilitarismo tanto en su diseño físico, como en su ambiente político y social. Me preguntaba cómo era posible vivir en esa ciudad en las últimas décadas e ignorar lo que estaba ocurriendo. La respuesta a esa pregunta es sencilla: quien viviera en la ciudad y en el departamento de Córdoba desde mediados de la década de 1980 tenía que conocer la situación que había configurado el control paramilitar en todas las esferas de la vida social.
En vez de replicar con los mismos métodos de la Presidencia, preferí realizar una investigación seria a partir de varias fuentes sobre los últimos 25 años en Montería. Difícil ignorar que en el centro físico y político de ese medio social está ubicada la hacienda El Ubérrimo. Al propósito de comprender mejor lo acontecido en Córdoba me ayudó Jorge Rojas. Además de ser una autoridad en materia de desplazamiento forzado, él vivió la época de las primeras masacres en esa región, y tuvo que salir de Montería pues su labor periodística había suscitado serias amenazas de muerte en su contra.
Para escribir el libro consultamos a testigos, víctimas y autoridades judiciales; revisamos El Meridiano de Córdoba y otras fuentes de prensa; acudimos a estudiosos de la historia reciente del departamento. El método que usamos fue no suponer nada ni lanzar acusaciones.

El resultado de esa indagación es un panorama en el que la hacienda El Ubérrimo aparece instalada en una realidad innegable. Muchos ganaderos y líderes del departamento no sólo encabezaron el apoyo económico y político al proyecto paramilitar, sino que han justificado abiertamente sus nexos con las Auc; las masacres que se cometieron y sus autores eran de conocimiento público, los jefes paramilitares tenían sus centros de operación a pocos kilómetros de Montería, varios de ellos frecuentaban la ciudad y hacían vida social; personajes como Fidel Castaño y Salvatore Mancuso eran considerados leyendas e incluso se les erigió un monumento; el diario local informaba estos hechos. Y todo eso ha ocurrido literalmente a la entrada de la hacienda de quien es hoy el Presidente de la República. Las conclusiones las debe sacar el lector.
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