No nos dejan espacio para la participación política

Andrés F. Ortiz G.
Corporación Proyecto CEIS
Colectivo de Estudios e Investigación Social

Estas pocas líneas tienen que ver con la manera como las fuerzas de policía de Bogotá, que debe funcionar al servicio de lo público y del ciudadano, es puesta a disposición de los bienes, el capital y los intereses de los privados. Su participación en la pasada movilización popular en conmemoración del Primero de Mayo, además de notarse por sus ya conocidas formas de intimidación y de terror, se caracterizaron por su envergadura: “Bogotá contó con un descomunal operativo de más de doce mil (12.000) efectivos de la fuerza pública, 60 defensores públicos y un número limitado de gestores de convivencia, todo al parecer diseñado para dar un tratamiento militar y represivo a la multitudinaria marcha”, según estableció el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos.

Tratamiento militar y represivo que se evidencia en cuestiones como:

1. Asediar, sitiar y agredir a la juventud participante,


2. Instigar de manera permanente y sistemática a los manifestantes a fin de generar pretextos para ejecutar su brutal fuerza policiva,


3. Dispersar por la fuerza una manifestación ciudadana pacífica,

4. Agredir con sus gases lacrimógenos a los manifestantes, entre ellos adultos y adultas mayores, niños y niñas (Hay que recordar que en este tipo de actos de legítima protesta la policía nacional ha utilizado armas no convencionales como las ya clásicas “municiones recalzadas” que han quitado la vida a jóvenes como Oscar Salas, estudiante de la Universidad Nacional, asesinado el 8 de marzo de 2006. Así mismo, escuadrones policiales criminales como el ESMAD -Escuadrón Móvil Antidisturbios- en su estrategia de “vigilar y castigar”, de manera impune han asumido tácticas como la de moler a palos a los manifestantes, incluso hasta asesinarlos, como lo hicieron con Nicolás David Neira Álvarez el 1ro. De mayo de 2005),

5. Generar el terror con sus formaciones guerreristas, con sus recorridos en caravanas motorizadas por calles y carreras, asediando y arrinconando a cuanto “sospechoso” cazan en la vía pública, acorralando a grupos de manifestantes en la periferia de las calles dispuestas para la manifestación,

Sumado a esto, el despliegue militarista pareciera cumplir a su vez una función de protección de instalaciones del capital financiero nacional y foráneo. Esto es, las fuerzas de policía a disposición de la empresa privada y, por esta vía, la cooptación del aparato estatal en beneficio de sectores privados: el bien común adquiere un significado y una práctica privada.


Ahora, hay que decir que los pocos espacios de participación real de la ciudadanía hoy se constituyen y expresan desde los espacios mismos de la movilización social, en vista de que los mecanismos formales de participación (el voto, por ejemplo) han perdido, en medio de las clientelas, la corrupción y la politiquería, su legitimidad. Es por eso, quizás, que se niegan desde la represión estas formas de participación ciudadana que acuden a la toma del territorio para la construcción de otros sentidos sociales y para la recuperación del tejido comunitario.


Al final de las largas horas de trabajo no se nos reconoce siquiera esos pocos espacios, logrados en la lucha, para la participación política. El profesor H. Botero diría en este sentido: “La riqueza privada se convirtió en condición para ser admitido en la vida pública no porque su poseedor estuviera entregado a acumularla, sino por el contrario, debido a que aseguraba con razonable seguridad que su poseedor no tendría que dedicarse a buscar los medios de uso y consumo y quedaba libre para la actividad pública. Por ello, resulta una verdad de perogrullo afirmar que la vida pública sólo era posible después de haber cubierto las más urgentes necesidades de la vida. Los medios para hacerles frente procedían del trabajo, y de ahí que a menudo la riqueza de una persona se estableciera por el número de trabajadores, es decir, de esclavos, que poseía. Ser propietario significaba tener cubiertas las necesidades de la vida y, por lo tanto, ser potencialmente una persona libre para trascender la propia vida y entrar en el mundo que todos tenemos en común.”


 
  
 

1 comentario:

Mafé Tacuba dijo...

Sí, habían policías en exceso! asesinos maldeetoss!