Polo vota Polo

Petro no es todo el Polo y debe representarnos
Por: Andrés Felipe Ortiz G. - Proyecto CEIS

El que no cambia todo, no cambia nada
Alfredo Zitarrosa


En estos días de coyuntura electoral se nos ha preguntado lo que, pareciera, hay que preguntar: ¿y usted por quién va a votar? A pesar de las corrientes de opinión que han vinculado a muchos a la “marea verde” y a otros tantos a la continuidad de Uribe en el cuerpo ajeno de Santos, sin titubeos decimos que nuestra apuesta es por el Polo Democrático Alternativo, como lo ha sido primero desde el 2003 con el PDI y luego, desde el 2005, con el PDA.

Decimos por el Polo porque entendemos que aunque Gustavo Petro representa a un partido y su ideario de unidad, no representa a todas las tendencias constitutivas del PDA. Y aunque, hay que decirlo, la ambigüedad del candidato de la izquierda democrática reunida en el Polo genera inconformidades frente a temas como, por ejemplo, la continuidad de la “seguridad democrática”, hay que reconocer la legitimidad de la consulta interna realizada por el partido en el mes de septiembre de 2009.

Nuestra apuesta por el Polo como propuesta colectiva contradice los modos como se ha venido presentando el debate electoral en Colombia, que concentra sus fuerzas en las personas y no en las propuestas, como debería ser. Hoy como siempre, los partidos son la excusa para legalizar la inscripción de los candidatos, son un mecanismo que permite la formalización de la mecánica electoral concentrada en la persona independiente de los programas de gobierno, esto es, el marcketing político por encima de la política misma.

Colocarnos, entonces, en la perspectiva de legitimar y apoyar la propuesta de gobierno formulada por el Polo, no sólo por Gustavo Petro, implica dos escenarios fundamentales: el primero, la continuidad en la consolidación de una fuerza de oposición que haga contrapeso a la hegemonía de las derechas capitalistas neoliberales en Colombia y, en segundo lugar, la redefinición y establecimiento de mecanismos internos de partido que posibiliten un mayor control, permanente y expedito, frente a los escenarios de gobierno en los que participen representantes del partido.

El primer escenario es indiscutible. El Polo Democrático Alternativo se ha constituido desde sus inicios en una fuerza política de oposición que ha permitido revertir los embates de mafias de todo tipo sobre la democracia (sic) nacional. El segundo escenario está por definirse por cuanto, pareciera en casos como Bogotá, una vez los candidatos del Polo han llegado al gobierno, desvían el horizonte de sus políticas y de sus propuestas, a pesar de los esfuerzos de la Dirección Nacional del PDA por “alinear” a los gobernantes polistas en las políticas y propuestas del partido, como ha ocurrido en los casos de Lucho Garzón y de Samuel Moreno, quienes dan la impresión de ser ruedas sueltas del colectivo que los eligió.

Frente a este segundo escenario no sobra reiterar la necesidad de ejercer un mayor control desde el partido hacia sus representantes en el gobierno. No se trata de restringir las acciones de gobierno a las decisiones unilaterales del partido, se trata de reconocer que los gobernantes son elegidos con su aval y a su nombre a través de unas definiciones conjuntas que merecen ser acatadas en tanto producto del debate de la colectividad.

Hoy nos vinculamos, nuevamente, a las apuestas y a las propuestas que el Polo le formula al país en medio de la contienda electoral. Y nos vinculamos a ellas esperando que el candidato del partido haga lo mismo para que, desde allí, superemos como colectivo los personalismos sobre los cuales algunos han querido cimentar el proceso político en Colombia, personalismos de los cuales Álvaro Uribe Vélez, en su representación de mesías, es el mayor exponente. Seguramente allí también está eso que nos hace alternativos. Foto: polodemocratico.net

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