Ser del Sur o la imposición de la idea de inferioridad del otro

Ser del Sur o la imposición de la idea de inferioridad del otro [1]

Por: Andrés Felipe Ortiz Gordillo - Proyecto CEIS / MAD [2]
Fotos: Catalina Rojas (Barrio Nueva Esperanza, localidad Rafael Urube Uribe, año 2006)





La idea de Sur tiene múltiples interpretaciones. El sur es, por supuesto, una referencia geográfica, espacial. Para el caso de la ciudad de Bogotá, en el sur se concentra buena parte de la tragedia configurada en el mundo occidental: la miseria económica, la exclusión política, la explotación laboral, la discriminación cultural, la muerte ideológica, expulsión tecnológica, el destierro social… Pero estas trágicas características no son exclusivas del sur territorial, son más bien distintivos de un Sur que se ha extendido por los nortes, los orientes y los occidentes planetarios.

El Sur se nos presenta como una idea que supera las determinaciones geográficas y nos ubica en el plano de las relaciones y las interacciones sociales, políticas, culturales, ideológicas, tecnológicas, epistemológicas y económicas. A esta idea del Sur nos podemos acercar desde dos enfoques: el primero involucra una mirada externa de los territorios Sureños, una mirada que por efectos de consolidarse en las centralidades del poder político y económico se puede denominar como “hegemónica” [3], la cual concibe el Sur desde sus insuficiencias, privaciones y ausencias,  y donde el sur, en tanto representación de “la carencia”, se convierte en territorio/comunidad susceptible de intervención e injerencia.

Este enfoque predica “la idea de inferioridad del otro”, al decir de Boaventura de Sousa Santos (2009, 213), donde la mirada que se ejerce sobre los territorios de Sur por parte de las hegemonías “tiene mucho de imperial”, es decir, “es una acción de control y de sumisión” por cuanto el proceso de reconocimiento del otro “no se limita a establecer la inferioridad, sino que la legitima y la profundiza. Lo que se descubre está lejos, abajo, en los márgenes, y esa ‘ubicación’ es la clave para justificar las relaciones [de dominación] entre descubiertos y descubridor.” (Santos, 2009, 214)

Esta lectura clasista, mediada por visiones productivistas aplicadas a la interpretación y la acción político económica los territorios del Sur y de sus pobladores, los sureños, posibilita “la aplicación de conceptos acuñados para otras realidades, [lo que genera una lectura descontextualizada] de esos espacios donde los sectores populares oscilan entre la rebelión, la dependencia de los caudillos y la búsqueda de prebendas del Estado. [Desde las hegemonías] se insiste en considerar las barriadas como una suerte de anomalía, casi siempre un problema y pocas veces como espacios con potenciales emancipatorios.” (Zibechi, 2008, 33)

En el marco de este enfoque, las empresas de la información masiva cumplen un papel fundamental, por cuanto se imponen como dispositivo social que posibilita a las hegemonías la inscripción la idea de inferioridad del otro, del otro del Sur, en la conciencia pública. Evidencia de esto se sintetiza en la manera como se representa a las comunidades del sur en los medios masivos hegemónicos:

En el sur de Bogotá, en la localidad de Bosa, las autoridades tuvieron que atender otro enfrentamiento protagonizado por hinchas de Millonarios y seguidores de otros equipos, dejando como balance una persona muerta… (El Espectador, 19/06/2015) …Desde hace varios años, las autoridades ambientales tenían identificado al sector de Sevillana, en el sur de la ciudad, como el punto de mayor concentración de emisiones contaminantes en la ciudad. (El Tiempo, 19/06/2015) Dos menores resultaron heridas en el sur de Bogotá a causa de una bala perdida durante la celebración del triunfo de Colombia. (El Espectador, 18/09/2015) Tiroteo dejó dos muertos y seis heridos en el sur de Bogotá. Ocurrió en Ciudad Bolívar. Policía asegura que atacante quería matar a su ex mujer. (El Tiempo, 31/05/2015)



En estas notas de prensa (fragmentos) evidenciamos una serie de estrategias discursivas hegemónicas que implementan los medios de información para desenfocar y minimizar la potencia subversiva[4] de los sureños. Estas estrategias son la omisión, la eufemización y estigmatización, la victimización y la criminalización que se hace del Sur desde el discurso informativo hegemónico. Miremos brevemente cada estrategia.

En primer lugar los sureños son omitidos del discurso mediático hegemónico en la medida que las voces populares que circulan por los territorios del sur, aquellas donde se condensan expresiva y simbólicamente las lógicas sureñas, se excluyen de los procesos de producción mediática. Pareciera que los pobladores del sur no tuvieran nada que decir sobre ellos mismos y sobre sus circunstancias.

Los sureños también son eufemizados y estigmatizados, en la medida que lo popular sureño se presenta como “lo peligroso”, como “lo sub–urbano”, como aquello que hay que evitar. Al tiempo, el sur popular se presenta como objeto de intervención pública urgente: la gente se muere de hambre, se mata sin motivo, no tiene servicios públicos, etcétera, por lo que los ciudadanos “de bien” tienen que “solidarizarse caritativamente” con la situación de estos pobladores marginados, sobre todo cuando la intervención policiva (en “representación legítima” del Estado) no logra dar cuenta de los problemas y las necesidades que en los territorios del sur se presentan.

En paralelo a la eufemización y la estigmatización, los sureños son victimizados. Los medios hegemónicos promueven una mirada descontextualizada sobre “los pobres del sur”, en donde no se reconoce que ellos son producto de la implementación y despliegue global del sistema capitalista. Por el contrario, a los pobres se les concibe como “los pobrecitos”, aquellos individuos a los que hay que ayudar (cuando se dejan) y, fundamentalmente, individuos a los que hay que tener miedo. Los pobres son, para los medios de comunicación hegemónicos y por extensión para el grueso de la sociedad (constituida ella misma por una plétora de pobres), “menores de edad”, individuos que, diría Kant, no son capaces de pensar y actuar “sirviéndose de su inteligencia” porque: “¡Es tan cómodo no estar emancipado!” (Kant, 1994)

La victimización como estrategia de reducción del debate público funciona, aquí, no directamente sobre los temas y contextos públicos, sino sobre los actores sociales, sobre los ciudadanos populares y sobre lo que ellos representan. Lo que hay es una reducción de las posibilidades de ser y de existir, por la vía no de la negación sino de la disminución, diríamos más bien de la des–valorización, del otro y de lo otro. Al pobre no se le niega en su existencia, sobre todo porque se sabe de ella en tanto el pobre es agente fundamental de los miedos sociales, sino que se le des–precia, se le menos–precia, se le rebaja y, por efectos del pensamiento social economicista que se le aplica, se le esquiva y se le arrincona a la periferia, al sur, su espacio “natural”.

Finalmente, la criminalización funciona como síntesis de la marginación del “pobre sureño” en el debate público. El señalamiento criminal funciona como estrategia de deslegitimación en el espacio público: al bandido se le endilgan las facultades del engaño, de la trampa, de la estafa. Su acción comunicativa es, per sé, un disfraz, una simulación, un embuste, por lo que la sociedad en su conjunto no puede confiar en él.  



Paralelo a este enfoque externo de los territorios y pobladores Sureños se constituye una segunda vía, de carácter reivindicativo aunque no idealista (existen las evidencias para comprobar su validez teórica y práctica), que surge desde una mirada interna, desde el mismo sureño que se reivindica como sujeto transformador, una mirada que formula una interpretación del Sur a partir de la historia y lo potencial.

Desde la historia, los Sureños son sujetos concebidos en la resistencia: resistencia al olvido, a la marginación, a la pobreza, sujetos que han sabido crear estrategias de supervivencia que, a su vez, establecen formas particulares (rituales, estéticas, lenguajes, etc.) que les permiten “saberse en el mundo”. Desde lo potencial, los Sureños han sabido hacerle frente a la marginación, al olvido y a la pobreza, creando sistemas de intervención comunitaria y popular a los problemas de la vida cotidiana. Un ejemplo de ello son los sistemas populares para la construcción de vivienda, que involucran acciones como la “mano prestada” y el “convite”, donde por la vía de la acción colectiva los pobladores del sur logran, mediante procesos de autoconstrucción comunitaria, edificar sus viviendas. Junto a estas acciones hay otras múltiples que promueven sistemas de producción (económica, cultural, política) que posibilitan a los Sureños crear soluciones innovadoras a los problemas cotidianos.

Hay que decir que estos dos enfoques conviven en tensión permanente, reconfigurando los escenarios de deliberación pública que involucran acciones de atención / desatención a poblaciones específicas de la sociedad. La idea del Sur se podría concretar, entonces, como una nueva territorialidad que corresponde a aquellas comunidades y sujetos que han sido históricamente desconocidos por las centralidades del poder político, económico y cultural, los cuales, acudiendo a medios “no convencionales” para el sistema del capital (la solidaridad, la austeridad, la informalidad, el rebusque, etc.), han establecido otros modos de relacionarse con la ciudad y con los ciudadanos.

El Sur es, entonces, una idea que se concreta en territorios específicos de la ciudad donde los sujetos Sureños recrean, en perspectiva histórica, otros modos, estéticas, lenguajes, pensamientos y sistemas de relacionamiento. Este Sur no es, en este sentido, un punto cardinal o una referencia meramente geográfica. Es más bien una referencia cultural y social que posibilita a los sureños sentirse parte de un territorio en el que comparten formas de hacer, pensar, sentir y ser. Al decir del poeta – presidente del Uruguay, Pepe Mujica, ser del Sur es:

Ser y venir cargando, inequívocamente, con los millones de compatriotas pobres, en las ciudades, en los páramos, en las selvas, en las pampas, en los socavones. (…)[ser del sur es cargar] con las culturas originales aplastadas, con los restos del colonialismo (…), con bloqueos inútiles.[Ser del sur es cargar] con las consecuencias de la vigilancia electrónica que no hace otra cosa que sembrar desconfianza. (…)[Ser del sur es cargar] con una gigantesca deuda social, con la necesidad de defender la Amazonia, los mares, nuestros grandes ríos. (…)[Ser del sur es cargar] con el deber de luchar por patria para todos. (…)[Ser del Sur es combatir] a la economía sucia, al narcotráfico, a la estafa, el fraude y la corrupción, plagas contemporáneas, prohijadas por ese antivalor, ese que sostiene que somos felices si nos enriquecemos sea como sea. (…)[Ser del Sur es combatir el sacrificio de] los viejos dioses inmateriales. Les ocupamos el templo con el dios mercado, que nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas y tarjetas, la apariencia de felicidad. (…)[Ser del Sur es combatir] una vida de derroche y despilfarro, [que] en el fondo constituye una cuenta regresiva contra la naturaleza, contra la humanidad como futuro. (…)[Ser del Sur es] combatir lo peor de una civilización que atenta contra la libertad que supone tener tiempo para vivir las relaciones humanas, lo único trascendente: el amor, la amistad, aventura, solidaridad, familia. (…)[Ser del Sur es combatir el] arrasamiento de la selva, las selvas verdaderas, [para que no se nos implanten las] selvas anónimas de cemento. (…) (Mujica, 2013)


Referencias bibliográficas

Fals Borda, Orlando. (1969) Subversión y cambio social. Bogotá: UN, Tercer Mundo Editores.
Kant, Immanuel. (1994) ¿Qué es la Ilustración? En: Filosofía de la Historia. México: FCE. Recuperado de: http://goo.gl/Le2eWn
Mujica, José. (2013) Discurso del presidente Mujica en la asamblea general de la ONU 2013. Recuperado de: https://goo.gl/y7Vxvk
Periódico El Espectador. (18/09/2015) Ofrecen recompensa por información sobre personas que hagan disparos al aire.
Periódico El Espectador. (19/06/2015) Un muerto y un herido dejó la celebración del cumpleaños de Millonarios.
Periódico El Tiempo. (31/05/2015) Tiroteo dejó dos muertos y seis heridos en el sur de Bogotá.
Periódico El Tiempo. (19/06/2015) Bogotá podrá pronosticar su calidad del aire.
Santos, Boaventura de Sousa. (2009) Hacia una sociología de las ausencias y una sociología de las emergencias. En: Una epistemología del Sur. México: CLACSO, Siglo XXI Editores.
Zibechi, Raúl. (2008) América Latina: periferias urbanas, territorios en resistencia. Bogotá: Ediciones Desde Abajo.




[1] Las reflexiones propuestas en este artículo son producto de la investigación titulada: “Eso fue lo que se inventaron los pobres del sur para contarse a sí mismos…: Alter-comunicación y construcción política de lo público en el sur de Bogotá”, realizada por el autor en la UPN, año 2014.
[2] Comunicador social, Especialista en pedagogía de la comunicación y Magister en Estudios Sociales. Educador e investigador social. Integrante del Proyecto CEIS – Colectivo de Estudios e Investigación Social y del Observatorio Medios al Derecho – MAD. andresfortizg@yahoo.es
[3] La hegemonía se debe entender, en la perspectiva de Ernesto Laclau, como “la capacidad de un grupo de presentar su proyecto particular como encarnando el interés general (un particular que genera en torno a sí un universal), una relación contingente, siempre incompleta, contestada y temporal. No se trata sólo de liderazgo ni de mera alianza de fuerzas, sino de la construcción de un sentido nuevo que es más que la suma de las partes y que produce un orden moral, cultural y simbólico en el que los sectores subalternos e incluso los adversarios deben operar con los términos y sobre el terreno de quien detenta la hegemonía, convertida ya en sentido común que no puede quebrarse desde la absoluta exterioridad que condena a la irrelevancia.” (Errejón, 2014) Así, el concepto de hegemonía supone que “ninguna lógica hegemónica puede dar cuenta de la totalidad de lo social y constituir su centro, ya que en tal caso se habría producido una nueva sutura y el concepto mismo de hegemonía se habría auto eliminado. La apertura de lo social es, por consiguiente, la precondición de toda práctica hegemónica. (…) Así pues, el poder no adquiere nunca un carácter fundacional; de manera tal que el campo de la política como espacio de un juego nunca es suma cero, porque las reglas y los jugadores no llegan a ser jamás plenamente explícitos. Este juego, que elude al concepto, tiene al menos un nombre: hegemonía.” (Laclau, 1987, 241)
[4] Entiéndase como la capacidad de los sujetos de transformar el sistema de valores y principios que rigen un sistema social establecido. Dice Orlando Fals Borda sobre la subversión que, en tanto palabra se le ha entendido como una acción que refiere “a actos que van en contra de la sociedad, y por lo tanto designa algo inmoral…”  pero “una vez que se estudian las evidencias y se analizan los hechos, aparece aquella dimensión de la subversión que ignoran los mayores y los maestros, que omiten los diccionarios de la lengua y que hace enmudecer a los gobernantes: se descubre así cómo muchos subversores no pretenden ‘destruir la sociedad’ porque sí, como un  acto ciego y soberbio, sino más bien reconstruirla según novedosas ideas y siguiendo determinados ideales o ‘utopías’ que no acoge la tradición…” (Fals Borda, 1969, 2-3) 

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