LA RIQUEZA ESCONDIDA

Reflexiones país
Por: William Ospina Publicación: Revista Número 57

Con su prosa llena de imágenes y reflexiones, William Ospina, uno de los más importantes escritores colombianos, habla en este texto sobre la riqueza y la pobreza; sobre el empobrecimiento de la condición humana, teniendo como referente diversas culturas y pensadores. Dice Ospina: «La pobreza no es más que nuestra incapacidad de permitir que la riqueza descomunal de cada ser humano madure, y crezca, y se decida a transformar el mundo».

Hace unos cuatro años tuve la oportunidad de visitar la India. Ya de regreso, alguien me preguntó si no me había impresionado mucho la pobreza, y no pude recordar si había visto pobres en la India. Por supuesto, vi innumerables personas que carecen de muchas cosas, pero me pareció que no había pobreza en los términos en que nosotros la conocemos aquí. Hay mendigos, hay incluso personas que pertenecen a la casta de los intocables, que son discriminados por los demás y sólo pueden ejercer los oficios más humildes. Pero por el curioso orden mental que allá impera, no hay nadie que esté despojado de un lugar en el cosmos, todo el mundo tiene una explicación filosófica y trascendental sobre su situación, y entiende o cree entender el puesto que le ha tocado en el universo. Tal vez por eso pocos se rebelan contra su situación. Al cabo de un determinado número de reencarnaciones tendrán aquello de lo que ahora carecen, o mejor aún, acaso logren escapar a la rueda de las transmigraciones e ingresar felizmente en la nada, volver a la danza de los elementos.

Es difícil reconocer nuestra pobreza desamparada de rituales y de pensamiento, ávida, resignada o violenta, en un país como la India, donde la pobreza puede ser también una filosofía y casi una religión. En un sentido muy similar al de Diógenes de Sínope, el más inquietante de los filósofos griegos de la época clásica, que decidió renunciar a toda posesión material y vivir de la generosidad pública; y el de Jesucristo, quien no sólo practicaba la pobreza sino que la predicaba: «Mirad los lirios del campo y las aves del cielo, que no trabajan ni hilan, y ni Salomón con toda su pompa vistió como ellos», en la India existe una clase de seres humanos a los que llaman santos, que viven de renunciar a las cosas del mundo, y que se van por los caminos a disfrutar de la curiosa opulencia de no tener nada. Supongo que en ese mismo sentido puede hablarse de la pobreza de Francisco de Asís, quien después de Diógenes y sus cínicos, y de Cristo y sus pobres pescadores, fue el primero en Occidente en predicar otra vez la pobreza como un camino espiritual, como una forma de la perfección. Y supongo que también con ese espíritu filosófico puede entenderse a Nietzsche cuando exclama: «Bienaventurada sea la pequeña pobreza».

Imagen: Pedro Ruiz / Revista Número

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